Esta es la historia de un diseño mal pensado. Todavía no tiro la toalla, así que no diré que es la historia de un diseño imposible. La semana pasada, Cristina de El gallinero de Miss Marple hizo una entrada sobre los intercambios. Le comenté que me encantaría intercambiar algo con ella (hace unos jabones maravillosos), pero no sabía qué le podía gustar de lo que yo era capaz de hacer. Resultó que colecciona marcapáginas, así que en eso consistió el intercambio. Durante el fin de semana pensé e hice los marcapáginas y, aunque me apetecía, no hice ninguno en goma eva (ya lo sabes Cris) porque me parecían muy infantiles. Pero como no me quedé contenta, el lunes intenté algo. Había visto en la red unos muy bonitos de tela con forma de muñeca. La cabeza era de tela, el pelo de lana, el cuerpo (que era el marcapáginas) un rectángulo largo de tela. Pensé que quizás podría hacer algo así pero con goma-eva.
Imaginé una bruja con cabeza termoformada (no plana) que sobresaliera por la parte superior del libro, un cuerpo plano y unos pies también termoformados que sobresalieran por la parte inferior. ¿Por qué una bruja? Porque me gustan. Y esto fue lo que salió:
Hasta aquí todo iba bien. Pero ¿qué pasó cuando tuvo que hacer su función?
Este libro mide poco más de 16 cm, creo que es uno de los libros más pequeños que tengo, y el marcapáginas bruja de goma eva apenas cabe, incluso aunque la cabeza mire hacia los pies. Creo que el título del libro nos da una pista del origen del error. Algo en mi desarrollo cognitivo tuvo que fallar.
Cristina, tú no te preocupes, que tendrás un marcapáginas original. Una jugadora de baloncesto que marque hasta las páginas de los atlas. Yo no desisto.